VIVIR EN EL ESPÌRITU
15
jun.
2009
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8:1-2
Vivir en la carne es: Vivir guiado por nuestros deseos y necesidades carnales, por nuestra naturaleza pecadora, es cuando vivimos sin consultarle a Dios nuestras decisiones.
Vivir en el Espíritu es: Es vivir guiado por el Espíritu Santo, cumpliendo la voluntad de Dios, satisfaciendo los deseos de Dios, es vivir tomando decisiones conforme a la dirección del Espíritu Santo.
Vivir en el Espíritu es vivir en búsqueda constante de la voluntad de Dios y esforzándonos en dejar que Él obre en nosotros.
Cuando recibimos a Jesús como Señor, el Espíritu Santo empieza a morar en nosotros dándonos una naturaleza espiritual que nos insta en vivir agradando a Dios. Cuando pecamos Él nos redarguye, nos corrige y muestra el camino correcto, también nos consuela y nos anima en nuestras debilidades o en nuestros problemas.
Para vivir en el Espíritu debemos:
Vivir en la carne es: Vivir guiado por nuestros deseos y necesidades carnales, por nuestra naturaleza pecadora, es cuando vivimos sin consultarle a Dios nuestras decisiones.
Vivir en el Espíritu es: Es vivir guiado por el Espíritu Santo, cumpliendo la voluntad de Dios, satisfaciendo los deseos de Dios, es vivir tomando decisiones conforme a la dirección del Espíritu Santo.
Vivir en el Espíritu es vivir en búsqueda constante de la voluntad de Dios y esforzándonos en dejar que Él obre en nosotros.
Cuando recibimos a Jesús como Señor, el Espíritu Santo empieza a morar en nosotros dándonos una naturaleza espiritual que nos insta en vivir agradando a Dios. Cuando pecamos Él nos redarguye, nos corrige y muestra el camino correcto, también nos consuela y nos anima en nuestras debilidades o en nuestros problemas.
Para vivir en el Espíritu debemos:
Renunciar a la esclavitud del pecado, es decir, reconocer que somos pecadores, que el pecado nos tiene esclavizado a sus deseos y pasiones y a su voluntad. Esto se logra pidiéndole perdón a Dios por nuestros pecados y renunciando al señorío del pecado y aceptando el Señorío de Jesús.
Al aceptar a Jesús debemos reconocer que Él vivirá en nosotros por medio de Su Espíritu Santo y por lo tanto Él nos guiara a hacer Su voluntad. Esto implica que a partir de ese momento el pecado no tiene autoridad sobre nosotros, así que desde ese momento podemos vivir venciéndolo.
Emigdio Sumosa P.
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase:
Comentarios